Eras el fuego que quemaba el estereotipo Que rompía la estructura Que salía corriendo Siempre prendida Siempre ardiendo No dejabas que te apaguen Eras calor, sentimiento Eras el agua que limpiaba la duda Que calmaba la sed Que acariciaba, ternura Siempre mojada Enamorada No dejabas que te sequen Iluminada, apasionada Eras el agua fluyendo Los pies caminando El alma latiendo Eras la vena abierta en un cuerpo Que habitaba el caos y el desorden Huyendo Eras manos desorbitadas Minúsculas o enormes Maltrechas, desgastadas Eras palabras calladas Oscuridad A veces entera A veces rasgada Eras lava de volcán Azufre y alquitrán Eras piedra Mineral Malaquita sobre tu tercer ojo Eras única y sintiente Amorosa y ferviente Eras hoy Aquí y ahora, a tu antojo
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Mostrando entradas de diciembre, 2018
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Sigo girando sobre mi eje pero ya no me mareo. Sigo profesando el amor, me nutro de sensaciones agradables, absorbo los rayitos que me manda el sol. Sonrío y también a veces lagrimeo, no es todo de color, me oscurezco de a ratos, me abduzco a mi propio mundo donde me desacato. Sigo analizando mis movimientos, ideando mis fundamentos, sigo levantando la voz, sigo con coraje viajando a través del tiempo. Cada vez más convencida de que soy arte, cada vez más convencida de que mi hartazgo, de que mi enojo, de que mi grito de protesta llegó para quedarse. Sigo volviendo a mis raíces, inspeccionando mis cicatrices, sigo trabajando sobre mi dolor, sobre mi cuerpo, sobre mi ardor. Sigo desafiando tus directrices, sigo esperando que evoluciones, que te movilices. Sigo escupiendo fuego, sigo apuntándote con el dedo, hasta que no dejes de infundarnos el miedo, hasta que no dejes de inflamarnos los ovarios con tus privilegios, con tu ego. Hasta que no caiga tu pensamiento arcaico, hasta qu...
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Si me quedo en mí es difícil querer salir. Escucho mis historias atenta, agrego condimentos de mi agrado, desafío a algún villano inventado, me obsesiono con algún que otro amor idealizado. Si me quedo en mí me recorro de a poco y me detengo a admirar el camino. Escalo la montaña de mi enojo mientras me deshojo, pero ahí me encuentro con la luna que me explica que su ciclo me atraviesa entera. Que ella no juzga y tolera, que emergí de su brillo y aunque a veces me apague, ella se encarga de encender esa alarma que me saca del enfado, es ella quien marca mi camino, quien amplifica mis sentidos, quien me trae de nuevo al presente cuando me empacho de tanto pasado. Si me quedo en mí, voy sorteando mis propios obstáculos, le hago caso a mi intuición, es mi propio oráculo. Intento ser mi mejor amiga pero no pecar de amorosa, a veces necesito un sacudón, un buen sermón cuando se pone oscura la cosa. Si me quedo en mí, me cuesta compartirme, fue un trabajo extenuante de antaño el intentar n...
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Voy por la ruta viendo como pasan las líneas que dividen los carriles. En ese momento me acuerdo de vos y de todas esas líneas imaginarias que nos separan. Me acuerdo de lo que no fue, pienso en el ahora que no es y en el mañana que no sera. Me cuesta ajustarme a la idea de borrarte de mi mapa mental cotidiano, es complicado cuando el corazón no quiere obedecerle a la razón. Ya no me interesa planear estrategias que nos permitan acercarnos, ni siquiera pienso en salir de mi encierro para encontrarnos. Se agotó el tiempo de espera, se fueron mis ganas con la primavera. Todo eso que me despertabas se fue adormeciendo, tu corazón astillado entró en pánico y salió corriendo. Fuiste un alma que no pude descifrar, un breve recuerdo en una historia sin principio ni final.
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La causa que transgrede todo aquello que sucede, es la causa que amontona, que embartula y que en su salsa, no deja rastros ni motivos de aquella falsa esperanza. La causa es dictadora, se te impone la señora, se te planta cual capricho relojeando al susodicho. Se repleta de lamentos, de susurros disfrazados, se cree que el viento la acomoda pero solo remueve su pasado. Poca causa, mucho efecto de esos besos suculentos, mucha causa poco efecto de promesas cuasi tiesas.
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Rosario era una chica complicada, ella lo sabía, era consciente de ello. Andaba por la vida a los tumbos, sentía que por más de haberlo buscado durante tantos años, aun no encontraba su lugar. Se vivía cuestionando todo, pero cuando digo todo, es todo. Era imposible seguirle el hilo de una conversación, era muy intensa, lanzaba palabras sueltas que intentabas ordenar en una frase pero para cuando conseguías hacerlo, ya había cambiado de tema. Su verborragia era algo imposible de sobrellevar, tanto así que debido a que no era capaz de soportarla, empece a esquivarla. Cada vez que veía a Rosario caminando por la calle, me escabullía por algún rincón oscuro para que no pudiera verme, era eso o que mis orejas abandonaran mi rostro con tal de no escucharla. En uno de mis escapes, pueden creer que me vio? Empezó a gritarme! Si! A gritarme en el medio de la calle! - Lucas!! Lucas!! - Yo no lo podía creer, dije - Ah no!! esta mina está mal, pero mal de verdad! - Desafortunadamente, luego de lo...
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Escucho cada gota que rebota y explota, empapando todo a su alrededor. Después del diluvio todo queda purificado, limpio, casi como dibujado. La lluvia hace aflorar esos sentimientos que estabas reprimiendo. Gran indicio de que tu día va a resumirse a sacarle las telarañas a esas imágenes mentales que casi se habían eliminado por completo de tu cerebro. No salgas corriendo a empaparte de pasado, más vale quedate adentro y date un abrazo apretado. Las caricias mojadas para un alma remendada son bienvenidas en su justa medida. Cada gota se asemeja a una lágrima que fue derramada en un momento crudo, violento. Ese momento ya no existe, paso a ser parte de un invento. Un invento novedoso y calculado que pretende sanarte, que te marea, que reinventa tu interior tan estropeado.
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Alguna vez tuviste la sensación de que el silencio te aturdía? A veces el silencio suele ser ensordecedor, punzante. En ese momento los pensamientos agobian, el hámster en la rueda mental no para de girar, hambriento, sediento, te inunda de pensamientos recurrentes que no suelen ser sublimes, suelen ser malolientes. La voz de tu consciencia que se empecina en hacerte flaquear, se pone como meta cagarte la existencia, pero sólo porque está convencida de que vos podes resolverte solita, de que lo que lograste ya nada ni nadie te lo quita. Está ahí, resonando, para que te acuerdes de que ya nadaste en la mierda, de que ya te tiraste de clavado al pozo ciego, de que dolió, de que jodió, de que sangró, pero que aprendiste un montón. Ya no te comas el seso, salió algo bueno de eso. Ya no te aturdas, ya no recopiles más frases absurdas, ya no te las creas, soltá ese estigma que te adjudicaron a través de los años. No te hagas cargo de lo que “te toca”, no te toca, elegí tus batallas, no...