El inmenso e impenetrable silencio, es parte del contexto que interpela a mi insatisfacción constante, a mi letargo instalado como un mal hábito, a mi falta de interés y de empatía ante la ausencia de reciprocidad. Cargo un universo en mi pupila, no me permite visualizarme de otra forma que no sea girando sobre mi propio eje, abombada, con una angustia oscilante que por momentos se me hace carne y por momentos desaparece cuando me reconozco en el presente y me dejo de joder con tanto vínculo artificial. Soy un volcán en erupción, un bosque que arde en llamas, un río que se secó, que ya no fluye más. Soy un árbol caído a punto de convertirse en leña que por momentos supura ese veneno que a la tierra le hace tanto mal. Soy un ser vibrante que con cierta frecuencia quiere desertar, aunque abandonar la comodidad es algo que resulta aterrador, inconsistente, bastante insustancial. En un espacio tan superficial, se hace difícil convivir con lo vulgar, aburre lo común y corriente, se enquista el estereotipo que no nos deja avanzar. Prefiero ser exótica que mediocre, sembrar la duda y no quedarme callada jamás, saberme auténtica y alejarme cada día un poco más de eso que se denomina "una persona normal".

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