Sus manos eran enormes, cuando las abría sentía que dentro de ellas podrían caber todos los seres humanos del planeta, hasta los que estaban por nacer.. Sus ojos eran de un celeste tan profundo que cuando me miraban me perdía, me teletransportaban a otro mundo.. Sus dedos eran tan chuecos que denotaban miles de caricias y labores propios de una ama de casa, caricias sinceras y desinteresadas, labores de abuela, de madre y de esposa, sabemos que todo eso no es poca cosa.. De altura dudosa, de baja estatura, chiquita e imponente, de carácter ferviente.. De lengua afilada, de palabras duras, de esas que a veces te hacían querer plantarte, presentarle mano dura.. Que a su vez te indignaban y te entristecían, pero que hasta dulces sonaban cuando las decía.. Abrazos apretados recuerdo habernos dado, descansando en su pecho también haberme quedado.. Sus comidas todavía en mis papilas gustativas, sus charlas atrapantes y sus anécdotas apasionantes.. Sueño a veces con su voz, hasta creo escuchar su risa y hasta siento su olor tan particular cuando algo suyo veo al pasar.. Con ella aprendí lo que una abuela es y también como debo ser cuando me toque ese papel.. Me pregunto si alguna vez la volveré a ver, la busco en cada viejita que cruzo de cuando en vez.. Le agradezco el haberme dado la oportunidad de conocerla y de habernos dejado la mejor mamá de la tierra.. Amiguera, viajera y de alma aventurera, solo puedo describirla de esta manera.. La mejor de todas.. No la tiene cualquiera.. se lo diría de nuevo hoy si la viera..



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