Dormía inmaculada sobre una almohada forrada de penas, de lagrimas nocturnas y siestas diurnas, de esas interminables que pretenden erradicar recuerdos desagradables.. Tiritaba mientras perdía el habla, cuando quería emitir palabras que no podía, como armas punzantes sin filo, la dejaban pendiendo de un hilo.. Imparcialmente consciente, con ese pelo que crecía hacia adentro, como penetrando su mente.. Sus poros exhalaban actos perplejos, violencia inminente y un andar diferente.. Con el tiempo fue construyendo ese viejo catalejo, con el que ahora no solo mira sino que observa y por sobre todo su corazón preserva..

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