Era otra mañana más donde yacía dubitativo en sus aposentos.. Ahí estaba otra vez, con un ojo cerrado y el otro medio abierto, sin fuerzas para sacar su astillado cuerpo de la cama.. Las heridas seguían apareciendo, se cuestionaba su origen, les ponía azúcar porque un curandero conocido le había dicho que era un buen cicatrizante, pero nada.. No cerraban, al contrario, mientras más pensaba, mientras más recordaba, más se acrecentaban.. Sus pensamientos lo traicionaban, no lo dejaban en paz.. Era su enemigo más cercano, se autoboicoteaba todo el tiempo, nunca se daba una mano.. En el momento menos pensado se encontró desnudo tiritando, gritando bien fuerte, sacando todo eso que lo iba carcomiendo, que lo iba matando.. Se dio cuenta que la mejor forma de sanarse era hablando. . Lo digirió, lo puso en palabras y todas esas heridas se fueron esfumando..